Se acercan fechas de muchos desplazamientos y seguro que no serán pocas las personas y familias que deban coger un avión y viajar con sus animales de compañía. Pero ¿vale la pena llevar a tu perro de viaje en este medio de transporte?
La respuesta es delicada y, lógicamente, deberán analizarse todas las circunstancias personales. Sin embargo es importante conocer sus ventajas e inconvenientes.
Los perros suelen viajar en la zona de cargo (es obligatorio si pesan más de 8 kg.) y esta no tiene las comodidades de la cabina. Allí, los animales deben soportar bajas temperaturas, ruidos fuertes y golpes, la presión atmosférica puede bajar mucho y es fácil que sufran estrés y problemas respiratorios. Además, en ocasiones la sedación que se les administra no cubre la duración total del viaje por lo que puede que se despierte y se encuentre en un lugar que no reconoce, pudiendo alterarse al encontrarse sólo.
Tampoco debemos olvidar que antes de viajar es imprescindible consultar la normativa de cada compañía aérea sobre el transporte de animales de compañía. Se puede mirar en sus páginas web, donde se recogen las normas de seguridad y sanitarias que obligatoriamente deben cumplirse. Son muchas y conviene revisarlas con antelación ya que incluyen cuestiones y certificados de carácter médico.
En el caso de viajar en cabina las condiciones son más agradables que las de la bodega pero no hay que perder de vista que el bolso en el que viajen debe disponer de ventilación, que generalmente obligan a ubicarlos debajo de los asientos por lo que son incómodos y que los perros no pueden salir mientras dure el trayecto. Además hay que vigilar que no se derramen los recipientes de comida y bebida, que no haya mal olor y un sinfín de detalles que complican la logística del viaje.
Por todo ello, lo ideal sería poder dejar a nuestros perros al cuidado de alguien antes de someterles a este estrés pero si esta opción no es posible planifica con antelación todas las obligaciones y normas que tienes que cumplir y los cuidados que puedas proporcionarle para que, en la medida de lo posible, no sufra excesivamente las incomodidades del viaje.